No quiero dejar la adolescencia. Es mi refugio. Ese espacio cómodo y sin excesivas explicaciones donde soy más yo que en ningún otro lugar. Soy de esa generación que prolifera hoy en día, que solo busca pasárselo bien, pese a los convencionalismos sociales. Quiero conseguir cosas difíciles, hacer posible lo imposible y sentirme útil. Hacer cosas grandes, importantes, y si hace falta arrepentirme de lo que he hecho, pero nunca quedarme con un ‘y si…’ en la manga. Quiero seguir viviendo así (o eso creo), y por eso me asustan tanto los sentimientos cuando crecen, las responsabilidades a largo plazo y los planes vitales de futuro. Alquiler sin cláusulas, con cuatro muebles básicos, amigos que vienen y van, ropa de temporada, trabajo con proyección personal, planes para el fin de semana. Con esto vivo, no necesito más. Ahora no.