Desde hace unas semanas cada jueves va a clases de baile. Lo decidió un día que bajaba andando por la calle Balmes, los problemas se le acumulaban y el desapego por su vida iba en aumento. Empezaba a llover y entró a resguardarse en una escuela de danza. Vio su reflejo en el gran espejo de la entrada y no se reconoció, alguien la confundió con una alumna y le mostró el vestuario. Fue premonitorio. Se sentó en uno de los bancos y observó. Miró cada detalle a su alrededor mientras su cuerpo se fue relajando y su mente se dejó absorber por las siluetas que se movían rítmicamente. Allí tener pareja es obligado, pero traerla de casa no, y ahora parece que los jueves los problemas pesan menos mientras mueve su pie derecho al compás y tuerce hacia un lado el cuello. Ahora sabe que para poder girar debe tener la cadera alineada, que los saltos se dan con la punta de los pies, que la luz tenue es más favorecedora, que la música es sanadora, que todo pasa y que el equilibrio es fundamental, siempre, en todo. Desde hace un tiempo cuando entra en casa su mente baila, y todo lo demás está de más.
Una historia encantadora que me hizo sonreír.
Me gustaMe gusta
muy cierto.
Esta entrada es de las mejores que tienes
Me gustaMe gusta
Me has hecho bailar. Te felicito.
Me gustaLe gusta a 1 persona
¡Wow! Que hermoso. Si, bailar y escuchar música es relajante, distraes tu mente y sueltas todas esas energías negativas que tienes encima. Mucho éxito en tu blog.
Me gustaMe gusta
Bailar. Ojalá supiera cómo.
Me gustaMe gusta
Me envolvió. Muy hermoso
Me gustaMe gusta
Es una historia preciosa, me ha encantado.
Me gustaMe gusta
Nunca hubiera pensado en resguardarme de la lluvia en una escuela de danza, tampoco en un cuartel, pero sí en un café o en un bochinche. Sospecho que San Ginés de Arlés se haya inmiscuido en este caso de falta de alegría de vivir, y guiado a la protagonista de esta historia encantadora a la escuela de danza, conforme a 2 Samuel 6:5: “Y David y toda la casa de Israel danzaban delante de Jehová con toda clase de instrumentos de madera de haya; con arpas, salterios, panderos, flautas y címbalos.”
Seriamente: He visitado la página de Slam Dancing Barcelona, y si no fuera un vejestorio y no viviera en Viena, me gustaría retozar en este instituto.
Me gustaLe gusta a 1 persona