Esa espalda le despierta recuerdos de hace más de 15 años pero duda, ¿es ella? No puede creerlo, aunque tiene que serlo, está igual que la recuerda. Lleva el pelo algo más largo, pero sigue jugando con sus rizos mientras habla. Los gestos la delatan y la risa termina de descubrirla. Camina titubeante, ¿y si la saluda? De momento se sienta con sus amigos y la observa. Recuerda que aquello que tuvieron nunca se cerró, el destino les alejó y no terminaron de saber cómo hacer para volver a reencontrarse. Ella se gira y se ven. Se miran y hablan en silencio en la distancia. Se dicen que se han echado de menos mientras les brillan los ojos, se les eriza la piel y les nace un nerviosismo inusitado. Se acercan, él más tímido, ella más curiosa. Balbucean unos segundos antes de abrazarse fuerte, sintiéndose. Quisiera estirar el tiempo con ella pero su acompañante la reclama y se despiden a desgana, pensándose. A media noche dan un paso más y se escriben prometiéndose una llamada y un café que nunca llegarán. Resquicios de un pasado feliz.