Te sueño, o fuerzo soñarte e imaginar cómo sería tenerte en el sofá de casa al llegar. Algo paradójico porque me encanta la independencia de no compartir mi espacio con nadie. Aunque contigo siempre hago una excepción consciente, y me salto las normas. Así ha sido desde el día que nos conocimos. Justificar tu prepotencia, perdonar tu falta de tacto, excusar tu soberbia, todo por una conexión inesperada y un cerrar los ojos impensado cuando me besaste por primera vez. Todo por una apuesta de vida, por un dejarme llevar improvisado y nuevo para mí. Y salió mal, y me arrepiento, mucho, continuamente. Y busco pistas tuyas y me refugio en imágenes pixeladas y euforias juveniles que me alejan, sutilmente, por falta de atracción.