Era una tos común. Una tos molesta de esas que aventuran catarro, y en tiempos pandémicos eso es un alivio. Era una tos constante que llevó a su mujer a vivir con insomnio y engancharse a hacer sudokus de madrugada. Un día tonto se lo comentó al médico y allí empezó el desmorone vertiginoso de su mundo. Ronda de analíticas, electrocardiogramas y tomarse la presión. Todo de diez, aunque la tos sigue, y no se va. Dos días después una radiografía presagia lo peor. La biopsia lo confirma. Sus días ahora sólo ven batas blancas, su cuerpo pierde vida y sus ojos ya no pueden brillar. Ha agotado todas sus lágrimas y lucha por ganar tiempo. Un tiempo que no le dan. Cada día aflora una nueva flaqueza. Parece imposible que hace apenas unas semanas estuviera jugando a pádel y bromeando con sus amigos. Parece increíble que ya no pueda disfrutar de una comida con sobremesa ni note el sabor del gintonic. Cómo iba él a saber que aquella carrera con sus nietos era la última, que no iba a haber más baños en alta mar ni excursiones al Balandrau, ni momentos despreocupados. Que la alegría que ha caracterizado siempre a la familia se vería ensombrecida. «A mi ahora me cuesta ser positivo», dice. ¿Y a ti?, me pregunta. También, papá, también.
Ciao
Ho visto che sei passato da me nel mio blog
Grazie
Mi ha fatto molto piacere.
È stata una bella occasione per farmi visitare il tuo blog.
Da ora ti seguo e spero che ricambi seguendo il mio blog anche tu.
Ciao e buona giornata
Natalia
Piacere di conoscerti
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¡¡¡Sentí tan cercanas tus palabras!!! Con tan pocas acotaciones, me metiste de lleno en la situación, emocionándome. Gracias por escribir.
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Más personas de lo que sería deseable hemos vivido esa situación, y siempre es así: una pequeña molestia que nos hace ir al médico “por si acaso”, y una vez confirmado lo peor, parece que todo se acelera y que nuestro cuerpo decide tirar la toalla. Mi consejo: cada día cuenta, cada amanecer, cada sonrisa, cada beso… aunque sea el último. Muchas gracias por el texto. Me ha encantado leerte.
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El año pasado perdí a un persona muy querida y fue tal cual lo relatas, en menos de un mes se la llevó 35 años y un niño de 4…
Me ha llegado muy fuerte el texto, mucho dolor y tristeza… Lo siento mucho
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Son Jarrones de agua fría. Así perdí a un familiar también. Yo intenté darle sentido, porque tanto dolor tenía que ser útil de alguna manera. Personalmente, me niego a pensar que esas situaciones se desprenden de la nada y para nada. Tanto dolor no puede ser gratuito. Yo le dí un sentido, en forma de aprendizaje, y para mí fue como honrar el proceso de mi familiar, y su posterior ausencia. Es mi experiencia, te la comparto con la esperanza que pueda serte útil de alguna manera.
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Lo siento.
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Maldito cáncer. Me robó a mi padre y veinte años después, me robó el pulmón izquierdo. Ambos dejamos de fumar. El padre porque se murió y yo porque encontré la lógica motivación para dejarlo: la vida.
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Nunca pensamos en la fragilidad de la vida, solo en la transcendencia de nuestra existencia, por eso la vida nos consume cuanto mas queremos vivir. Gracias por destacar mi post. Dioses de nuestros padres es una fantasia metida en una realidad. Jugamos con nuestra existencia como si fueramos a vivir eternamente. Pero solo nacemos con la zozobra de la existencia.Eso fue lo que dijo Roberto Gomez, en la presentación del libro. https://www.youtube.com/watch?v=yT3knl4l1aA
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¡Como me ha impresionado tu relato! Mí madre ha tenido dos cánceres e una Covid severa. Ayer me enteré que el cáncer ha vuelto. Ya está en los dos pulmones y en el hígado. Me cuesta imaginar una persona activa y lleva de vida en una cama del hospital…otra vez. Me gusta mucho tu blog. Saludos.
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Un texto que en pocas palabras dice muchísimo sobre nuestra vida y sobre estos tiempos. Un saludo!
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