Punto final

Ayer cuando llegó a casa ella estaba en la cocina, recostada en la encimera leyendo una receta del libro que le regalaron estas navidades; apenas levantó la vista de la imagen del bacalao con sanfaina cuando él la saludó. Guardó la brompton, colgó la chaqueta y se acercó a darle un beso en la mejilla. Un gesto rutinario que ella acogió con más desidia de la habitual esta vez. Tras cenar se sentaron en el sofá, en silencio. Ella quería decir algo pero no encontraba las palabras, él la miraba, mucho, muy profundo. Entonces ella se lo dijo: quiero el divorcio. No dió más explicaciones, no sabía qué más decir, sólo que no quería seguir. Él la observaba mientras intentaba razonar, pero ambos sabían que llevan meses rotos y que la lucha no lo vale. Hoy al salir de casa ambos han ideado un plan. El de él pasa por un consejero matrimonial que les ayude a salvar las diferencias, el de ella es un piso de soltera donde poder rehacer su vida. Por la noche cuando llega a casa ella está en la cocina, esta vez releyendo los papeles de su abogado. Punto final a un matrimonio. Punto final a una mentira.

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