Tengo una amiga con quien quedo para ‘arreglar el mundo’. Los encuentros suelen durar horas y obligarnos a modificar agendas y a dejar plantados a otros amigos. Y es que mientras hablamos la vida se vuelve algo más fácil. Sin reglamentos previos, no nos juzgamos ni sobrepasamos las atribuciones personales, simplemente buscamos el otro modo de ver el problema. Así hemos superado mal de amores, despidos, hipotecas abusivas, exámenes, abortos, incompetencia laboral, mudanzas, cortes de pelo poco favorecedores, planes de boda, cambios de profesión, incomprensión familiar, dietas, audiciones, negocios que no han tenido éxito, enfermedades, infidelidades de todo tipo, primeros días… Un día ella tuvo un gran revés existencial y nunca se sobrepuso. Entonces supe que en realidad somos cobardes, y a veces buscar una escapatoria no es la mejor forma de avanzar.