Me río, siempre; ¿qué pasa? Este es mi escudo, mi forma de supervivencia. Una risa abierta, contagiosa incluso. Una sonrisa innata, noble, amigable, así soy, así encandilo a los demás, así supero las adversidades de la vida desde que era pequeña. Porqué con una sonrisa las cosas duelen menos. Me duelen menos. Os duelen menos. Obligándome a proclamar un ya viciado ‘estoy bien, siempre bien’ salgo a flote de cualquier situación. Y sé que a veces molesta tanta expresión simpática, pero créeme, si te cuento la realidad nos planteamos un puente, cirios y color negro. Igual por esto me cuesta congeniar con la gente que no sonríe, e insisto en encontrarles ese punto divertido, aunque sea en la mirada. Busco y rebusco ese movimiento de la comisura de los labios, ese brillo en los ojos, esa diversión adictiva. Y cuando no lo encuentro me decepciono, y me alejo. No podría compartir nada con alguien sin sonrisa, no puedo imaginar nada con unos ojos aburridos que no saben sobreponerse. No puedo hacer nada contigo si no ríes.
Pienso totalmente igual!
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